El budismo zen surgió en China hace quince siglos aproximadamente, y acabó convirtiéndose en uno de los movimientos espirituales más dinámicos de Asia durante más de mil años.
Después de experimentar el budismo a través de generaciones, los maestros zen descubrieron que la Iluminación no podía alcanzarse simplemente a través de un dogma, o llevando a cabo mecánicamente unos sistemas de prácticas fijos.
Al volver a la fuente del budismo experimentando la Iluminación personalmente, las enseñanzas zen enfatizaron la liberación de las sutiles capacidades mentales frente a la esclavitud de los condicionados hábitos mentales y las burdas tendencias psicológicas.
La presentación religiosa convencional ha exteriorizado las enseñanzas budistas en forma de mitos, doctrina y ritual. Los maestros zen interiorizaron las enseñanzas budistas en forma de alegorías de percepciones, prácticas y experiencias de principios metafísicos, actitudes mentales, procesos psicológicos, estados psíquicos y capacidades espirituales.
Al proyectar esta interpretación del budismo, los maestros zen no estaban haciendo ninguna innovación por el hecho de haberse concentrado en unas determinadas enseñanzas esenciales de las escrituras budistas. Incluso el distintivo de la enseñanza zen, «la mente es Buda», no es invención suya, sino que procede de las escrituras.
A pesar de haber sido calificados de iconoclastas, los maestros zen no se han opuesto nunca a la práctica de la religión convencional, excepto en los casos en que la obsesión por el formalismo, el dogma y el ritual impedían la experiencia espiritual de la Verdad sin forma. A un nivel más profundo, los maestros zen deseaban restablecer y expresar el vivo significado de la religión y la filosofía; las enseñanzas zen eran «estudiar el mundo vivo, no el muerto». El zen, en este sentido, no sólo hizo renacer el budismo, sino que también revitalizó el taoísmo, el confucianismo, el sintoísmo y el chamanismo poniendo de manifiesto sus dimensiones espirituales más elevadas.
El enfoque esencialista del zen al presentar de modo práctico las alegorías clásicas y los principios del budismo se ilustra con incomparable claridad y sencillez en el gran maestro Bankei (1622-1693), el cual, a pesar de haber estudiado tanto con maestros chinos como japoneses, aseguró haber redescubierto la realidad espiritual del zen a través de su propia experiencia:
- Si retrocedemos al pasado, descubrimos que las personas al nacer no albergan pensamientos de alegría, tristeza, odio ni amargura. ¿Acaso no permanecen en el estado de la mente búdica heredado de los padres? Es después de nacer que la inteligencia se desarrolla, y las personas adquieren los malos hábitos de otras al verlas y escucharlas. A medida que crecen, crean sus propios hábitos mentales, e influenciados por su tendencioso engreimiento convierten la mente búdica en un monstruo.
- Las personas nacen con la mente búdica original, pero su engreimiento hace que quieran actuar a su manera, discutiendo y perdiendo los estribos y, sin embargo, afirman que es la testarudez de los demás lo que les irrita. Fijándose en lo que los otros dicen, convierten la extraordinaria y genuina mente búdica en un monstruo, reflexionando sobre cosas inútiles, repitiendo los mismos pensamientos sin cesar. Son tan estúpidos que no quieren cambiar, aunque sepan que su comportamiento resulta siempre inútil. La estupidez es la causa de la animalidad, así que en su interior cambian esta extraordinaria y genuina mente búdica por un dechado de animalidad.
- Todo el mundo es inteligente, pero su falta de comprensión hace que convierta la mente búdica en todo tipo de cosas: en un espíritu ávido, en un monstruo, o en un animal. Una vez convertido en animal, aunque oigas la Verdad no podrás escucharla, y aunque la escuches, no podrás retener cuanto has escuchado.
- Yendo de un estado infernal a otro, de un estado de animalidad a otro, de un estado fantasmal a otro, de una oscuridad a otra, sumido en un interminable círculo vicioso, experimentarás un infinito sufrimiento por todas las acciones negativas que has cometido, y este círculo nunca llegará a quebrarse.
- Una vez extraviado, esto puede ocurrirle a cualquiera. Así que comprende la importancia de no convertir la mente búdica en otra cosa.
- Tan pronto como te apegas a un pensamiento, te conviertes en un común mortal. La ignorancia se crea de ese modo. Si cuando te enfrentas a algo te aferras a ello, tu mente búdica se convierte en un monstruo; es tu propio engreimiento, tu ego, lo que te hace extraviar.
- Sea lo que sea a lo que te enfrentes, deja que se manifieste. No te apegues ni lo rechaces, bastará que permanezcas en el estado de la mente búdica sin transformarlo en ninguna otra cosa, de ese modo no crearás ignorancia. Esto es morar constantemente en la mente búdica original.
- Todos cometen el error de suponer que la ignorancia causada por el deseo egoísta y los hábitos mentales es innata, así que son incapaces de evitar la confusión.
- Escuchando a las personas que vienen a visitarme, he descubierto que todas cometen el mismo error, convierten la mente búdica en pensamientos, e incapaces de detenerse, acumulan un pensamiento tras otro, desarrollando unos hábitos mentales muy arraigados, y luego creen que son innatos e inalterables.
- Es de suma importancia que lo comprendas. Una vez te dejas arrastrar inconscientemente por la ignorancia, si el estado de tu mente degenera y fluyes hacia abajo como el arroyo de un valle que acaba en una cascada, una vez has caído en los círculos viciosos, es imposible retroceder.
- Supón de nuevo que has desarrollado unos hábitos mentales basados en deseos egoístas. Cuando la gente critica aquello que conviene a tu mentalidad egoísta, te enfadas y te pones a la defensiva, porque después de todo, es una conducta incorrecta que tú racionalizas como buena. Pero cuando alaban aquello que no se ajusta a tu mentalidad egoísta, lo rechazas, aunque sea correcto, porque lo interpretas como malo.
- Todo es así. La ignorancia puede hacer que un defecto parezca una virtud. Cuando has caído en la ignorancia, experimentas toda clase de cambios, cada vez degeneras más y más, hasta que acabas en el infierno, con muy pocas oportunidades de lograr recuperar la humanidad.
- Lo más importante es no ser egocéntrico; si lo consigues permanecerás siempre, de modo espontáneo, en el estado de la mente búdica.
- Desear como mínimo ser tan bueno como los demás en todo es lo peor que puedes hacer. Este deseo se denomina orgullo egotista. Mientras no desees ser superior a los demás, tampoco serás inferior a ellos.
- Si las personas nos tratan mal es por nuestro orgullo. Pero si consideramos que los demás nos han tratado mal por nuestros defectos y hacemos un examen de nosotros mismos, no encontraremos en todo el mundo ni una sola mala persona.
- Los pensamientos airados transforman la mente búdica en un monstruo. Pero tanto la ira como el gozo, al ser emociones egoístas, empañan y confunden la luminosa mente búdica haciéndola girar en círculos viciosos. Si se carece de subjetiva parcialidad, la mente búdica permanece en su estado original, sin girar en círculos viciosos. Todo el mundo debería comprenderlo.
Las siguientes páginas contienen las enseñanzas esenciales del zen, tratan sobre la posibilidad que todos tenemos de alcanzar la mente búdica original. Dichas enseñanzas han sido seleccionadas del copioso canon zen gracias a su accesibilidad, claridad y, ante todo, por su eficacia práctica al fomentar la concentración y la percepción del zen. Ésta es la orientación zen ofrecida por los maestros de una época que supera el milenio.
Las enseñanzas del zen.Selección de Thomas Cleary.
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