Al pensar en la meditación debemos deshacernos de la idea de que la iluminación es un estado alterado de consciencia al que podemos llegar. Los meditadores veteranos saben que si meditas con rigor durante bastante tiempo, al final entrarás en estados alterados de consciencia. Existen muchos tipos de estados alterados. La felicidad es un estado alterado de consciencia. La tristeza es un estado alterado de consciencia. La depresión es un estado alterado de consciencia. Luego están, por supuesto, todos los estados místicos de fusión: la fusión con el cosmos es un estado alterado de consciencia; la sensación de expansión de tu consciencia es otro estado alterado de consciencia. Hay muchos tipos de estados alterados. Esto es un gran malentendido. La iluminación es el estado de consciencia natural, inocente, que no está contaminado por el movimiento del pensamiento, ni por el control o la manipulación mental. En esto consiste la iluminación. Si intentamos cambiar, no podremos ir más allá de lo que denomino falsa identidad, de la identidad del ego. Lo único que podemos hacer para que la consciencia empiece a despertar de su identificación con el pensamiento, con la sensación, con el cuerpo, con la mente y con la personalidad, es permitirnos descansar en el estado natural desde el principio.